sábado, 7 de enero de 2012

Una cara filosòfica del ajedrez




No aprendemos gracias a la escuela sino gracias a la vida.
» Séneca  (2 AC-65) Filósofo latino




Ajedrez para cebras
        

     
   El fin de semana trae consigo el placentero espacio para la lectura, que aunque es cosa de todos los dias, sabado y domingo puedo pasar un poco mas de tiempo  leyendo y conversando con los escritores que ya estaban o acaban de llegar a mì biblioteca..

        Entre algunos libros de ajedrez recièn descargados del pasado Torre y su vecina libreria Dante, comencè a leer uno que su nombre es algo raro como tìtulo de ajedrez, aunque su contenido es muuy interesante, "Ajedrez para cebras", de Jonathan Rowson, campeón escocés y británico de ajedrez, el contenido se enfoca mas a la parte filòsofica de un jugador de ajedrez màs que ha detalles tècnicos del juego, el libro sirve para mucho más que para jugar mejor al ajedrez.

       ¿Por qué un título tan rao, que extraña a los que no conocen nuestro juego?

        Rowson lo explica con claridad: "Cuando oigas el retumbar de cascos, piensa en una cebra"
                                                                                                                                ( Proverbio Sufí).

         Para èl  "'Piensa en una cebra"  significa, por tanto, estar más abiertos a las cosas nuevas y ser menos dependientes de las convencionalistas ideas ajedrecistìcas.

 "Significa permitirse nuevas ideas y formas de pensar de un modo diferente."

          Lo habitual si uno siente el ruido de cascos es pensar en caballos, pero pensar en "cebras" supone o estar en una región diferente del mundo, o tener la suficiente imaginación como para asociar lo conocido con otro mundo lejano, improbable, pero de alguna forma posible.

         El ajedrez está lleno de convenciones, de principios o "leyes" que tratan de organizar el tràfico mental que produce las miles de combinaciones posibles del juego.
         Estos principios facilitan descartar las jugadas inútiles,o ineficaces en determinada situación, para dedicar nuestra energía mental a sólo aquellas que son realmente interesantes... pero el precio que se paga por ello es grande, aunque invisible: se deja de ver el tablero real para sólo operar con el ya conocido por nuestra experiencia y que reside de la forma y tema que queramos en nuestros pensamientos, y de esa manera el juego se hace algo que reside en nuestra mente, tenemos el caso por ejemplo de Ivanchuck , que perfectamente puede jugar y analizar sin piezas ni tablero.

         Lo mismo sucede en nuestra existencia. Tenemos una vida complicada, llena de placeres, comodidadesm, tropiesos y lleno de oportunidades. Ya no convivimos en la selva con otros animales, pero no por eso nuestra vida ha perdido riesgos, en realidad y a medida que la civilización humana se desarrolla, los principales peligros provienen de nuestros semejantes y de las intrincadas relaciones que necesitamos desarrollar para poder al menos sobrevivir.
          Hay una similitud casi intangible con nuestro juego donde dieciséis piezas se deslizan en una danza sobre un mundo de 64 escaques, y como dice Leotxo Garcìa, de mas combinaciones de movimientos sobre el tablero que la totalidad de àtomos del universo entero.

       Es imprecindible aprender las reglas de juego de la existencia, y luego mejorarlas para estar abiertos a las nuevas e inexorables contingencias.
       Esto, en suma, es lo que viene a recomendar Rowson para que un jugador de ajedrez pueda superar esos límites que se le aparecen como infranqueables.

     Asì que como dice el Maestro Rowson:

     " "... desaprender no significa rechazar. La idea de desaprender es más bien ver qué ha aprendido y cómo lo ha aprendido y, por consiguiente, está construido y es falible, antes que real e irreemplazable. Desaprender le ayuda a mejorar, porque el proceso requiere que considere cuidadosamente el ajedrez, además de la forma en que trata de darle sentido al juego. Esto por sí solo no añadirá nada a sus conocimientos del juego, y no "reemplazará" los hábitos mentales que están siendo puestos a prueba, sino que más bien desarrollará y mejorará esos hábitos. La idea de desaprender es ver sus hábitos mentales como hábitos y, por consiguiente, tener un mayor autocontrol durante el juego."          (Pág. 19)

     La verdad es un libro excelente para los que les husta meditar mas allà del solo hecho de jugar y tener un resultado, es una tema filosòfico aplicado al ajedrez y creo de interès para todos los que juegan pero quieren saber que estàn haciendo y porque.
     Ajedrez para cebras 

1 comentario:

DIEMERLIN dijo...

El libro se escribió en el año 2005. Mucho ha llovido desde entonces (escribo esto en el año 2018) y en particular en el campo de la neurociencia.
En el primer capítulo (en mi opinión de largo el más discutible) Rowson plantea una dicotomía que creo que no es acertada. No hay que llenar la mente de conocimiento sino desarrollar habilidades dice... y digo yo, ¿por qué ambas cosas tienen que ser excluyentes?
Por otra parte el concepto de "desaprender" que menciona es realmente difícil de llevar a la práctica y parte de la base de que el ajedrez es algo así como el algebra, que hay que comprenderlo. En mi opinión, una vez sabes cómo se mueven las piezas el grado de comprensión depende del grado de conocimientos con que llenes tu SUBCONSCIENTE (no el consciente).
¿Qué pasa con los patrones? ¿No están configurandos por tu grado de conocimiento? Cuando Dvoretsky dice que hay que hacer cuadros posicionales se está refiriendo a alimentar a tu "bestia interior" el cual hará que realices buenas jugadas con facilidad y de forma casi automática. Pero tienes que alimentar primero a tu subconsciente con información, con muchos planes de juego, con muchas jugadas sorprendentes, con muchas ideas, etc.
Otra cosa es la habilidad. Lo anterior está muy bien y es necesario pero en general ¡no gana partidas! Te puedes quedar muy bien y plantar cara durante muchas jugadas a un rival trescientos puntos ELO mejor que tú, pero sin habilidad táctica y de cálculo tarde o temprano vas a meter la pata, aunque hayas jugado 40 movimientos magistrales. Existe una gran diferencia entre superar a un rival y vencerlo. Y para cubrir esa distancia es imprescindible el cálculo y la táctica. Es mi opinión, claro.