El rey blanco se sentía mal y quería que llamaran al doctor o que al menos lo dejaran dormir un poco. Pero las piezas negras no le dieron respiro. No dejaban de darle jaques y en unas cuantas jugadas acabaron con el pobre monarca.
Sus últimas palabras fueron: "¡Por fin podré descansar!". Pero entonces comenzó otra partida...
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